Escrito por: Eleuterio Fernández Huidobro
El
Sistema Financiero Mundial estuvo siempre íntimamente vinculados a
la GUERRA. Incluso llegó a financiar (está probado) a todos los
bandos.
Debemos
hacernos una autocritica: a lo largo de la Historia la clase obrera,
los trabajadores, los intelectuales, y las burguesías directamente
vinculadas a la producción de bienes reales agrarios, industriales,
y de servicios, le hemos prestado muy poca atención por no decir
ninguna, al dinero. A su rol. A su creación: incluyendo todos los
modos de pago.
Dejamos
muy ingenuamente en manos de los Bancos, tamaño asunto.
No
encaramos, ni estudiamos, ni reflexionamos en torno a ese asunto con
la atención y la intensidad que hemos puesto en otros también muy
importantes.
Jamás
hemos visto acá o en el mundo, una huelga, manifestación, pegatina,
o volanteada, contra alguna emisión, contra la tasa de interés
impuesta por el Emisor (un contrasentido: nos cobramos intereses a
nosotros mismos), contra la tasa de interés en general, contra el
sistema de reserva fraccional que faculta a los Bancos a crear dinero
por sí y ante sí, contra el nivel de Encaje, a favor del Encaje
100%, en contra de que los Bancos Comerciales puedan ser al mismo
tiempo Bancos de Inversión dejando que timbeen con nuestro ahorro,
etcétera.
No
hemos puesto en tela de juicio (salvo en la lucha contra el “orismo”
a fines del siglo XIX y principios del XX), al dinero: su respaldo,
su creación, quién dirige ese organismo tan vital de la economía.
Sin
embargo es allí donde más nos perjudican, donde nos quitan con esa
mano lo que nos dan con la otra, donde más se juega el valor de
nuestro trabajo, el nivel de nuestro bienestar y el de toda la
Economía Real, la ocupación o la desocupación, etcétera.
Para
expropiar algo en Uruguay se deben recorrer largos y sinuosos caminos
por entre leyes que protegen la Propiedad Privada. Sin embargo y muy
cómodamente apoltronados en las concavidades impenetrables de los
Bancos basta con teclear “Enter” para que nos quedemos sin parte,
a veces gran parte, de nuestros ingresos por lo que sea. Pero el
colmo es que en ciertas oficinas de la Ciudad Vieja, muy poco
pobladas, y hasta camufladas, se puede hacer lo mismo y de la misma
forma. Sin que nadie se entere.
¡No
puede ser que tamaño asunto no figure en la Agenda de la lucha
popular!
Cuando
además esa es la Causa de Fondo de la Crisis Mundial que estamos
viviendo.
Han
tratado, y con éxito, de distraernos y de no llamar nuestra atención
hacia esa llave maestra de su dominación y nuestra desgracia.
ESTAMOS ANTE UNA CRISIS CIVILIZATORIA
La
Crisis del 2008 no se ha resuelto: por el contrario, se profundiza
adquiriendo ribetes surrealistas: EEUU emite mensualmente cifras
babilónicas. Japón acaba de DUPLICAR su ya colosal masa monetaria…
Las imprentas del dinero no dan abasto.
La
Deuda Pública y Privada de los principales países “centrales”
(en especial EEUU, Japón y el Reino Unido) alcanzan cifras siderales
y aceleran en crecimiento EXPONENCIAL. Sin embargo los anhelados
créditos a la producción y al consumo apenas crecen, más bien
bajan…
¿Qué
cosa, qué Monstruo, devora esa inundación monetaria?: la Deuda
Secreta, la que no difunden, la que ocultan.
La
masa de Derivados electrónicos o de papel, producto de la timba
financiera que condujo a esta Crisis, es muchísimo más gigantesca
que la Deuda Pública y Privada. Y no la pueden liquidar: no pueden
matar al Monstruo sin que se derrumbe el Sistema.
Estamos
ante una pavorosa huída hacia adelante agravando más el problema.
Además
de lo anterior, el mundo venía y viene aquejado por otra Gran
Crisis: la medioambiental o ecológica: el Planeta no es inagotable,
tiene límites infranqueables. No se puede abusar de él.
Y
por si fuera poco a esa Gran Crisis se agregan otras cuatro bien
concretas: la de la “falta” de alimentos, la del agua para riego
y para beber, la explosión demográfica, y la de la energía por
agotamiento de los recursos usados hasta hoy: petróleo liviano de
alta calidad y fácilmente explotable. Por ende barato.
El
capitalismo ha entrado en un proceso “sacrificial”: excluye
forzosamente a una gran parte de la Humanidad.
El
modelo cultural y por ende civilizatorio que impone, a través de sus
imponentes medios de difusión audiovisual, no es para todos los
habitantes del planeta.
Es
imposible que toda la Humanidad pueda tener los niveles de consumo
que se nos proponen como Gran Modelo.
Si
solamente China y la India, por no decir todos los demás países del
mundo, vivieran como se vive en Europa del Norte o en California, el
Planeta colapsaría.
El
Gran Modelo es por lo tanto eminentemente falso y sumamente
peligroso.
Porque
se basa forzosamente en el despilfarro, la producción de bienes de
corta duración planificada (se rompen rápido para tener que volver
a fabricarlos), y enormes cantidades de basura y contaminantes de
todo tipo, el agotamiento de los recursos naturales, y la disputa por
ellos.
El
sistema financiero, en un galope desbocado para ir tirando los
problemas hacia adelante, ha ido empapelando al planeta con distintos
modos de papel moneda en un monto tal que según dicen los expertos,
con él se podría comprar diecinueve veces todo lo que hay en la
Tierra. Ha pasado de la economía real (producción de bienes) a la
economía virtual propia de los casinos en los que circulan más
fichas de plástico que dinero real.
La
moneda en todas sus formas, y la tasa de interés que le es
inherente, no sólo configuran hoy una colosal estafa sino que son el
fragílisimo basamento de un sistema fraudulento.
EL
TRAMPOSO SISTEMA MONETARIO MUNDIAL ES HOY EL ESLABON PRINCIPAL DE LA
CADENA DE DOMINACION IMPERANTE.
Como
se dice más arriba, hemos cometido el grave error de no fijar
nuestra atención, nuestros estudios, nuestras denuncias, y nuestros
planes de lucha en eso: el dinero.
Es
por ello que entre otras medidas debemos avanzar en pos de monedas
populares, locales y alternativas como una de las tareas de
emancipación más importantes de esta hora. Se trata de un asunto
demasiado serio como para dejarlo en manos de los Bancos y como para
que no le propongamos al pueblo que lo tome en sus manos. Que sea
dueño de su propia moneda y que ella solo sirva para lo que debe
servir: facilitar el intercambio entre los productores de bienes
reales, brindarles el crédito que necesitan para crear valor y
garantizar sus ahorros.
Este
eslabón hoy preponderante de su cadena de dominación, les permite,
además, crear (producir, inventar, manufacturar…), ESCASEZ
ARTIFICIAL. Sin esa ESCASEZ ARTIFICIAL, sin esa trampa, resultaría
imposible su dominio.
Hoy
dominan el mundo los que producen dinero del dinero. Los que crean
artificialmente una insaciable hambre de dinero. Para ello han creado
una mágica ilusión de “dinero” y son dueños acérrimos y
absolutos no sólo del dinero sino de las máquinas “legales” que
lo producen en todas sus formas.
Esta
monumental mosqueta se basa solamente en la fe pública o, en su
defecto, en la violencia.
El
dinero vale siempre DESPUES de fabricado: cuando todos lo aceptamos y
creemos en él. Antes es un papel inservible. El colmo es que,
encima, nos cobran interés por ese abuso. En realidad nos tendrían
que pagar por aceptar papeles que son meramente un crédito que le
damos al emisor.
Y
si se emiten cien pesos pero nos cobran interés debemos pagar los
cien más el interés ¿De dónde saldrán los pesos para el
interés?: se los tenemos que sacar a otros desgraciados que por ello
deberán ir a pedir prestado. Con lo que el negocio además de una
jauja, es una bola de nieve que crece a ritmo exponencial. Por eso no
hay más remedio que seguir emitiendo todo tipo de papeles y
obligando a la gente, además, a CONSUMIR inexorablemente.
“Serás
lo que tengas y si no tenés (por ejemplo ciertas zapatillas) no
serás”. Es peor: “aún cuando no tengas, deberás simular que
tienes luciendo para ello ciertas cosas”.
La
cultura del consumismo no es una moda: es una columna vertebral del
sistema de dominación que asola a la Humanidad.
A
ella se dedican imponentes medios de difusión, Universidades,
asesores de toda laya, y una miríada de profesionales al efecto,
generalmente encuadrados en Agencias de Publicidad y otras
organizaciones parecidas. Se trata de un sostén ideológico vital
para el sistema dominante.
LA TRAMPA DEL “CRECIMIENTO”
Resulta
claro que, entonces, el mal llamado “Crecimiento” es
imprescindible para dar sostén a la calesita. Toda la economía así
entendida es una burbuja dentro de la cual a veces estallan burbujas
“menores” con gravísimas consecuencias sociales.
El
crecimiento anual de cada país es un imposible matemático a escala
de una economía global en un mundo finito. Salvo que ese o esos
países le impidan crecer a los demás. Ese crecimiento siempre será
a expensas de otros y, lo que es peor aún, a expensas de la
sostenibilidad medioambiental. La catástrofe ecológica es una
necesidad ineludible del actual modelo y su “solución” no puede
ser otra que la sobrevivencia de unos pocos a costa de la
desaparición o marginación excluyente (que es lo mismo) de los
demás. Muchas de sus ONG’s militan hoy muy bien financiadas acá
para que nosotros nos encarguemos de no tocarles el medioambiente
nuestro a los efectos de que ellos puedan seguir con su modelo
adelante.
Brasil
ha sido muy elocuente en sus respuestas: no tiene vocación de ser
una colección de ONG’s financiadas desde el llamado Primer Mundo.
Sigue procurando ser un Estado Soberano y para ello se prepara.
LA TRAMPA DEL PBI
Encima,
este peculiar “Crecimiento” se mide por una bárbara Unidad de
Medida: el PBI. Que no sólo no mide nada sino que llama
“Crecimiento” a cualquier desastre. En la Izquierda hemos estado
omisos en cuestionar y problematizar también esos dos conceptos:
“Crecimiento” y “PBI”. No los debemos aceptar más.
No
somos partidarios del “Decrecimiento” ni del llamado “Crecimiento
Cero (porque ambos aceptan que hay un crecimiento y no denuncian esa
falsía), sino de un verdadero Crecimiento medido con una verdadera
unidad de medición.
Este
es un formidable asunto ideológico y una decisión soberana y
democrática de cada pueblo. No puede ser que se nos consulte para
cosas triviales y se nos enajene la posibilidad de decidir sobre la
sustancia encajándonos aceptar lo que más nos perjudica..
LA TRAMPA FINAL: LA GUERRA
Es
por ello que además deben imponer, de ser necesario a la fuerza,
este modelo cultural y civilizatorio a otras culturas y a otras
civilizaciones. Para ello despliegan además de Fuerzas Armadas de
lejana proyección y un formidable aparato de propaganda y publicidad
mundial, miríadas de ONG’S con pieles de cordero.
Hoy
los Derechos Humanos de Occidente entendidos como valores Universales
pretenden ser impuestos por la Fuerza en otras culturas y
civilizaciones que se resisten. Y lo que aún es peor: las últimas
invasiones y rapiñas se han hecho en nombre de los Derechos Humanos.
Ahora
han agregado la Doctrina del “Bloque de los DDHH” que
internacionaliza la reforma de nuestra Constitución y le prohíbe su
reforma a los uruguayos dejando ambas cosas en manos de ignotos
Tribunales extranjeros.
Se
trata, ni más ni menos, que de una patraña para la destrucción del
concepto “Soberanía” y de los Estados Nacionales. De la
Liberación Nacional. De la Globalización a prepo.
En
este momento nace y se discute en la ONU el llamado R2P y otras
iniciativas que pugnan por eliminar el concepto de “Soberanía” y
el de “No Intervención” vigentes hasta hoy, por uno muy distinto
que coloca en ámbitos internacionales la decisión de intervenir
por
la fuerza en cualquier país que a juicio de dichos políglotas
cónclaves burocráticos no respete ciertas cosas definidas por ellos
mismos. Primero desestabilizan y luego invaden.
El
resultado de tamaña “idea” no es otro que el armamentismo y la
guerra interminable porque como ningún país es estúpido, la
mayoría prepara su resistencia.
En
suma: estamos en una guerra de civilizaciones y, además de las
armas, se fabrica hoy la parafernalia jurídica necesaria para
justificarlo. Como siempre.
En
realidad, la cruda verdad es que si la gente no acepta el “Modelo”,
tener cosas, ser adquisitiva y consumista, quienes dejarán de ser
son los Bancos. Se les derrumbaría el fraudulento edificio tan
frágilmente basado.
Es
porque saben la extrema debilidad de sus “cimientos”, que se
arman hasta los dientes y se aprestan a la guerra.
Los
gastos militares de las grandes potencias hoy superan a los de la
Guerra Fría. Con muy poco de ellos se podrían resolver los más
grandes problemas que afligen al mundo. Durante aquella Guerra se nos
había dicho que el enfrentamiento bipolar era ideológico pero hoy
vemos que lentamente se van alineando los dos mismos bloques por lo
que cabría preguntarse si eran realmente ideológicos o si la
ideología no era más que el barniz encubridor de poderosos y
permanentes intereses geoestratégicos no resueltos. Esa pregunta nos
interpela muy especialmente.
El
guerrerismo no solo es basamento sino que lamentablemente sabemos que
la guerra ha sido varias veces la Gran Solución a las crisis del
capitalismo: en ellas se blanquean y queman gigantescas masas de
dinero, amasando algunos (los mismos de siempre) grandes fortunas. A
veces financiando a todos los bandos, como está probado, para poder
volver a empezar con la misma historia hasta la próxima guerra.
ROMPER ESQUEMAS
Sin
embargo de todo lo anterior, vivimos inmersos en la trágica paradoja
de que dados los avances científicos y técnicos, los bienes reales,
entre ellos los alimentos y el agua potable de buena calidad, podrían
estar disponibles para todos los seres humanos. Son y serían
suficientes. El gran problema radica en que quienes más los
necesitan no tienen dinero para comprarlos: sólo tienen brazos para
trabajar pero tampoco se les permite ese “privilegio”. Porque
hemos llegado al colmo de que tener trabajo, incluso ser explotado,
es un privilegio.
Al
mismo tiempo significa que hoy, por primera vez en la Historia, los
recursos materiales para abastecer las necesidades vitales de todos
los seres humanos están disponibles y son posibles. Han salido del
campo de la utopía para entrar en el de la realidad.
Como
se ha visto, hay esquemas del pensamiento que ya no sirven.
Paradigmas que están muertos. Si permanecemos presos en ellos no
encontraremos salida alguna. Conducen a callejones sin salida.
Se
debe pensar fuera de los paradigmas impuestos y desde nuevos
paradigmas que debemos construir entre todos. Por eso la crisis es
cultural y civilizatoria. La base de ciertas ciencias y ni qué
hablar de ciertas certezas, está en cuestión.
REORDENAMIENTO TERRITORIAL Y POBLACIONAL
Es
por ello y en ese sentido que el tema de la Vivienda pasa a tener
contenidos estratégicos. No solo abarca el asunto de la carencia y
los carenciados sino que alcanza dimensiones civilizatorias.
La
civilización construída en base a mares de petróleo barato ha
llegado a su fin. De ella, como parte esencial junto con la
centralización y el proletariado multitudinario y concentrado,
salieron las ciudades y macrociudades de hoy en día (casi todas
litorales cercanas a los puertos del Comercio) y por lo tanto un
cierto concepto de “urbanismo” que hasta hoy es “palabra santa”
en países atrasados.
Sin
embargo, junto con aquella alegre y desprevenida civilización, por
momentos francamente frívola, dichas grandes ciudades tal como son
hoy están condenadas a muerte años más o años menos. Cuánto más
y tanto más, el concepto en boga acá de su densificación. Algo que
marcha a contramano de la Historia.
El
agotamiento de los hidrocarburos baratos, su alza de precios, la
crisis ecológica, hace que cada día resulte más difícil y
costoso, en base a energía escasa, contaminante y cara, realizar la
proeza logística cotidiana de abastecer con millares de camiones y
otros medios a dichas ciudades. La gente comienza a comer gasoil en
lugar de verdura.
Traer
el agua potable repecho arriba desde Aguas Corrientes hacia la zona
Metropolitana donde vivimos el sesenta por ciento de los uruguayos es
un gigantesco derroche y despilfarro de agua y energía (OSE, y por
eso, es el principal consumidor de la UTE). Cada vez que tiramos de
la cadena tiramos petróleo. Es algo totalmente disparatado para
quien mire la escena sin paradigmas implantados.
Mientras
tanto, ofrecemos al mundo el traste de un gigantesco desierto fértil,
lleno de recursos al alcance de la mano pero peligrosamente vacío.
Mientras
tanto se propone todo lo contrario: seguir amontonando gente en una
ciudad hoy pletórica de prepotentes flotas automotrices que hacen de
la vida un calvario y de la muerte algo que se lleva a una persona
cada dieciséis horas.
No
debe haber cosa más contaminante que las grandes ciudades.
Encima,
y por si fuera poco, cuando los obreros y los pobres consiguen un
terreno barato, o incluso del Estado, para construir viviendas, le
zampan olímpicamente que NO “porque no tiene saneamiento cerca”.
Sin
embargo, los Countrys Privados que compraron tierra suburbana muy
barata lucen esplendorosos saneamientos alternativos aledaños a sus
campos de golf. Y en ellos viven muchos ingenieros y arquitectos. ¿En
qué quedamos? Y además ¿Serán estúpidos? Eso es lo único que no
podemos pensar de ellos.
Las
más de 25.000 viviendas de MEVIR, una conquista uruguaya, lucen
también sus saneamientos alternativos en franca contradicción.
Se
alega en fase terminal que como el enorme error ya es incorregible,
no hay más remedio que disimular y seguir por el mismo camino sin
levantar sospechas.
Sin
embargo, el desastre tiene arreglo justamente si no densificamos la
ciudad sino que, por el contrario, la llenamos de parques, espejos de
agua y usinas de tratamiento previo.
Pero
habría que cambiar el Paradigma. Y hay demasiados intereses, y muy
poderosos, lucrando de ese Paradigma.
Sólo
a los grandes intereses inmobiliarios les conviene que para viviendas
se compre un carísimo solar urbano y que por ende en él se
construya una torre donde para un pobre de solemnidad no hay acceso
posible. Ni tampoco para quienes disponen de sueldos bajos. Pero
además lo que se les propone es un nicho en alguna torre, sin verde,
sin jardín propio y con el alma en la boca para que siga habiendo
energía eléctrica y los ascensores anden (hace poco descubrieron en
Estados Unidos que es imposible vivir sin ellos en un alto piso:
debido a un Huracán que cortó la energía por varios días, ni los
bomberos podían llevar medicamentos a los enfermos por tanta
escalera. Y ni qué hablar si se incendia algún piso de abajo.
Por
si todo ello fuera poco los niños deben vivir entre rejas sin
posibilidad de jugar (debido a los autos y a la violencia valga la
redundancia). Tamaño hacinamiento genera violencia por sí solo.
Provee del anonimato y la impunidad que además rompe todo lazo
social solidario.
Combatir
esa violencia, financiar sus consecuencias, manejar las montañas de
basura y las faraónicas obras de saneamiento cuesta un platal
absurdo y ocupa cerebros y mano de obra que podrían dedicarse a algo
más productivo. Pero dado el loco paradigma, lo hacemos sin
cuestionarlo.
COLONIZAR EL TERRITORIO
La
diseminación de las poblaciones en ciudades pequeñas y con límites
lo más cercanas posible a los recursos básicos; la generación
energética distribuída; el tratamiento de basuras y efluentes en
cantidades manejables, el ahorro de combustible (hay que crear un
Impuesto al Transporte Agregado), el autoabastecimiento, la calidad
de vida y muchas otras razones, señalan el camino hacia una nueva
civilización con su nuevo ordenamiento territorial y poblacional.
Capítulo
aparte merece el tema de las casas prefabricadas rechazadas con
ferocidad por los “expertos”.
Lo
que en todo el mundo se viene aplicando para resolver rápidamente el
dramático problema de la vivienda, en Uruguay es tabú. Está
prohibido. Nunca el atraso intencional, ha podido ser observado tan
de cerca.
La
Izquierda, su clase obrera y demás estamentos de la población deben
incluir en su Programa la lucha para que tanto viviendas, como
escuelas, centros CAIF, liceos y salones de todo tipo escapen a la
órbita prohibicionista y lo prefabricado pase a ser el centro de las
inversiones y actividades del Gobierno en ese tema. Uruguay, con los
recursos disponibles hoy, tiene a mano la solución rápida de esta
calamidad.
Luego
de ocho años de Gobierno ello ha sido imposible solamente por la
resistencia que distintas corporaciones han opuesto a las soluciones
que en todo el mundo se aplican. Vetustas relaciones de producción
impuestas se oponen al desarrollo de las fuerzas productivas.
LA DESCENTRALIZACION
No
debe haber tarea programática y civilizatoria que requiera más del
desarrollo local y barrial que la lucha por la autonomía
alimentaria, energética y laboral de los pueblos.
Sobre
la libre disponibilidad de energía, alimentos y agua, pende una
amenaza rotunda y sombría.
Pero
nunca como ahora están disponibles tantas tecnologías y recursos
como para lograr esa autonomía y así beneficiar también al país
en su conjunto.
Se
trata de un cambio radical en el ordenamiento territorial y
poblacional, la matriz energética, la de transporte, los sistemas
constructivos, etcétera: un nuevo paradigma cultural y
civilizatorio…
En
realidad muy viejo pero traicionado: el de Azara, el de Artigas, el
del Instituto Nacional de Colonización originalmente.
Cambios
en la generación energética, en la acumulación, en la
distribución, en la eficiencia y junto con ellos, muy unidos, en el
tratamiento de basuras y efluentes. Cada barrio y localidad debe
apoderarse de su basura y sus efluentes, sacando de ellos el mejor
provecho y eliminando sus efectos contaminantes. Ello incluye las
actividades productivas y no sólo las domiciliarias.
Uruguay
carece de una política al respecto pero la mejor de las políticas
es ir hacia el manejo descentralizado de estos asuntos.
Cada
barrio y localidad debe procurar autoabastecerse de alimentos y
suministros básicos para evitar (y evitarle al país y a la
sociedad) también por ese medio grandes gastos en transporte y ganar
autonomía que prevenga desabastecimientos provenientes de fallas en
los sistemas logísticos hipercentralizados de hoy. Cada localidad
debe procurar generar puestos de trabajo en sus alrededores por la
misma razón. En ello pueden y deben jugar un gran papel los sistemas
monetarios propios.
UN NUEVO ESTADO
No
se trata de discutir si es necesario más Estado o menos Estado. El
dilema tampoco radica en privatizar o estatizar.
Pero
hay que partir sí de una certeza a esta altura objetivada: con este
Estado, así como está, no se puede producir los cambios que la
sociedad y el futuro reclaman.
El
Estado actual es funcional al más rígido statu quo. Tiene vida
propia y milita activamente contra los cambios.
Guarda
en su seno, enquistados y atrincherados, enormes intereses
burocráticos entrelazados con poderosos intereses corporativos
públicos y privados que medran en la quietud y el inmovilismo.
En
ese sentido puede decirse que está casi totalmente privatizado.
Genera pensamiento e ideología extremadamente conservadora aún
cuando se forre con colores confusionistas.
El
clientelismo ya no pertenece a ningún Partido: fue privatizado por
el Estado mismo como monstruosa supercorporación con vida propia sea
cual sea el color gobernante de
turno.
Cinco años, ocho años, no es nada ante su permanencia secular
inamovible. Hay en él diversas corporaciones profesionales, algunas
antiquísimas y otras flamantes, que poseen en el Estado inmensos
latifundios burocráticos propios, ajenos por completo a la sociedad
y reserva de mercado monopólica para todos sus abusos. Trabajo
asegurado para generaciones de descendientes. Hereditarios como
títulos de nobleza. Nadie ni nada conoce los laberintos y las telas
de araña que ellas mismas han creado pacientemente a lo largo de
décadas para que sean inexpugnables y para que nadie que no les
pertenezca pueda reptar por entre sus alambradas de púa.
Poseen
en propiedad cátedras en diversas catedrales desde las que además
dictan los destinos dictaminados.
Parasitan,
como se ve, en el afuera y en el adentro del Estado.
Uno
de los caminos, no el único, para construir un Estado al servicio de
la población es descentralizarlo radicalmente y poner en manos
directas del pueblo usuario y financiador el control y la dirección
de última instancia de cada una de las partes descentralizadas.
Jamás en manos de los funcionarios de cada repartición pública.
Mucho
mejor las asociaciones de vecinos. Mucho mejor el conjunto de los
trabajadores cuando viven la mayor y mejor parte de su vida fuera de
la fábrica, el taller, la oficina o el surco.
El
hipercentralismo es por obvias razones un instrumento del mal que
venimos reseñando.
Los
controles de gastos deben dejar de ser previos para pasar a ser
posteriores y más rigurosos. En nombre del control previo se esconde
muchas veces la intención de trancar para obtener resultados muy
planificados o simplemente para impedir la pérdida de algunos
privilegios tanto internos como externos. Todo ello se retribuye
(hasta con tarifas). La mejor gestión se obstruye o se destruye sin
que además nadie ni nada pueda averiguar jamás quién lo hizo
porque la responsabilidad se diluye en innúmeras oficinas.
Es
por ello que en cuanto se pueda conviene poner en manos de los
vecinos la decisión y el manejo de los recursos disponibles.
Absolutamente
siempre se utilizara el argumento de que los vecinos no están
capacitados para tomar decisiones. Y lo que es peor: que solamente
los especialistas debidamente habilitados pueden hacerlo. Ni siquiera
los especialistas: sólo los habilitados. La tecnocracia,
sustituyendo al Soberano, basa su dominación en diplomas
restringidos que solamente ella misma otorga: en rabiosa
exclusividad. O sea, como el sistema financiero, en papel sellado de
curso legal y forzoso.
La
autogestión social del Estado es muchísimo mejor que lo actualmente
conocido y su infinidad de deformaciones.
El
Estado puede tener el monopolio de ciertas actividades pero ello no
significa que una sola entidad ejecute las tareas de dicho monopolio.
Ni
tampoco que exista, para nada, una sola Academia o “Escuela”.
Se
hace imprescindible que la clase obrera junto con los trabajadores y
asalariados en general y con los empresarios productivos, vuelva a
plantearse la creación de sus propias Universidades, sus propios
Bancos, sus propias monedas, sus propias cooperativas. Sus propias
casas y sus propios pueblos.
Esta
alianza, fuerza motriz de los cambios históricamente posibles y
necesarios, puede hoy, más que nunca, encontrar cuantiosos aliados
en todos los países del mundo sin exclusión alguna.
Porque
entre otras cosas y nuevamente, el sistema financiero mundial y su
sistema bancario y monetario ha golpeado muy duramente también a los
pueblos del llamado Primer Mundo. La lucha por la Liberación de esa
coyunda puede y debe reunir fuerzas incontrastables. Ella es
imprescindible también para impedir el desastre más grande
imaginable: la guerra.
DICIEMBRE
DE 2013
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